Cuando estaban en la barriga de su mamá me pasaba noches enteras tratando de imaginármelos, de ver su cara, sus ojos, su boca, como serían sus manos, los dedos de sus pies, pero solo hasta que llegaron pude realmente entender lo que serían para nosotros. Todavía recuerdo aquel día que estaba en la sala de partos esperando por cada uno de ustedes junto a su mamá, y el Dr. me llamo y me dijo “ven, ya va a nacer,” justo en ese preciso instante sentí una mezcla de alegría y nervios que se apodero de mí y que no podía describir solo con palabras. En un abrir y cerrar de ojos, como cuando una vela se enciende en la oscuridad, cada uno apareció iluminando todo el lugar, nuestras vidas para siempre se llenaron de resplandor como cuando el sol nace en la mañana dibujando el horizonte. Los tome en mis brazos y me senté en el sofá cerca a la cama en donde estaba su mamá, mis lágrimas que no podía contener de tanta alegría caían por mi rostro sonriente, en shock, los recorría y daba gracias a Dios mientras su abuelita al lado sonreía y los bendecía. Aquel cuarto en donde estábamos se convirtió en una fiesta, una celebración de vida, nuestros caminos se cruzaron y cambiaron para siempre.
En un principio imaginaba que mi misión seria enseñarles todo lo que yo sabía sobre la vida; lo físico, lo intelectual, lo espiritual. Pero con el tiempo me di cuenta que el ser padre no solo se trataba de eso, sino también que serían ustedes quienes me enseñarían; así como lo oyen, yo sería también su alumno; seriamos maestros el uno del otro. La pureza de sus almas e inocencia me recordó que yo también algún día vine a este mundo como ustedes. Fue como reconectarme con mi padre y mi madre, unir ese misterioso y mágico lazo de la existencia. Una de las cosas que más les agradezco es que me hayan enseñado lo que es el amor puro y verdadero, ese amor que solo nace con los hijos. Me convertí en su guía y anfitrión a la vez, mi prioridad fue amarlos y enseñarles que se amen a sí mismos, y al mismo tiempo mostrarles las herramientas para vivir en este mundo.
Quiero darles las gracias por hacer mis días más felices, por haber traído sentido y razón a mi existencia, por darme fuerzas cada mañana para levantarme, por ser mi musa de inspiración y fuente de energía. Quizá cuando lean estas palabras y encuentren todo el sentido, estarán en la universidad o serán madre o padre, entonces sabrán que todo lo que les digo lo hago con amor y me sale desde el corazón y podrán comprender el amor de padre. Este mundo en el que vivimos necesita más amor, más consciencia, así que vuélvanse en un ejemplo para los demás, den amor y recibirán amor, antes de juzgar a alguien primero pónganse en su lugar y así podrán hacer de este lugar un mejor hogar, que el miedo solo les sirva para estar alerta, no para paralizarse, nunca dejen de ser ustedes mismos, de creer en sí mismo, no importa lo que los demás digan. Los amo.
Papá
Juanes es un músico preeminente que tiene más de 15 millones de discos vendidos. También tiene una canción (Juntos) en el soundtrack de McFarland, USA, y está de gira.
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